Sermón # 943

Miércoles 9 de Octubre del 2013

Por Rev. Carlos Navarro – Pastor

 

Título:  “El Salmo 131”

Texto:  Salmo 131:1-3

 

Introducción:

 

     Este es uno de los Salmos que contienen menos contenido literario; pero no por ser muy corto, carece de valor ó tiene poco que enseñarnos.   Para poder entender y apreciar las palabras que aquí se mencionan, es importante saber que el escritor es David.

 

-          Pero no David el jovencito inexperto

-          No David quien fué pastor de ovejas

-          No David el súbdito de Saúl

-          No David el guerrero

-          SINO DAVID, EL REY DE ISRAEL

 

     Se hace ésta aclaración, porque es fascinante el poder leer estas palabras de alguien que había alcanzado el lugar número 1 en todo Israel, pero que nunca había olvidado quien era y de dónde venía.

 

     Esto nos podría caer bien a algunos de nosotros para que se nos pueda dar una lección de humildad.

 

-          El ascenso de posición en el trabajo

-          Alguna posición política importante

-          Un deportista de renombre

-          Un músico super reconocido

-          Etc.

 

     El peligro que se corre en todo ésto es que al enaltecernos a nosotros mismos, tenemos la tendencia de subestimar a los demás.  Cuando nos envanecemos, nos cegamos y nos volvemos sordos… nadie MEJOR QUE YO… es es el principio del descenso, el cual en unas personas ha sido estrepitoso.

 

1.- No se ha envanecido mi corazón:      Salmo 131:1a

 

·        El rey David era, el dulce cantor de Israel, el hombre conforme al corazón de Dios; la niña de los ojos de Dios.

·        Era el mimado, el consentido, era el hombre en el cual Dios había centrado toda su confianza para gobernar a su pueblo Israrel.

·        Tenía todo el favor de Dios

·        El más respetado y admirado de todos los reyes

·        Había alcanzado la cima

·        Nadie como él.  Ningún rey se atrevía a hacerle Guerra.  Ninguno de los reyes se atrevía de hacer alianzas contra él.

·        A pesar de todo eso… David dice… NO HE DEJADO QUE MI CORAZON SE ENVANEZCA.

 

2.- Ni mis ojos se enaltecieron:              Salmo 131:1b

 

·        David sabía que la altivez de ojos es pecado y él no quería añadir pecados a su vida por algún asunto de vanidad

·        No vió a ninguno, ni consideró a ninguno como inferior a él.

·        Nunca se jactó de haber sido el rey de Israel

·        Nunca se jactó de haber derrotado a los demás

·        Era un hombre saciado del bien de Dios

 

3.- Ni anduve en grandezas:                    Salmo 131:1c

 

·        Con muy pocas aspiraciones a buscar lo efímero

·        Ninguna ambición por cosas que serían pasajeras

·        No estaba obsesionado con tener más ó poseer más

·        Siempre fué un hombre satisfecho con lo poco que Dios le había dado y cuando Dios le dió todo… NUNCA PERDIO EL PISO.

 

SU DESEO FUE SIEMPRE AGRADAR A DIOS

Y CUANDO LE FALLO A DIOS… LO RECONOCIO.